Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Solo me decidí a mirarla cuando sentí que empezaba a recoger el material que había utilizado. Estaba sonriendo, pero a mí no me pareció que tuviera motivos para mostrase tan contenta. Mi brazo izquierdo estaba hinchado, había sangre alrededor de la gasa que tapaba el punto de inserción y se adivinaban los hematomas que aparecerían en mi antebrazo. Del apósito salían dos tubitos: eran las luces para atacar al enemigo que habitaba dentro de mi torrente sanguíneo, transformado en hábitat de un cáncer mortal.

El PICC evitaba que las venas sufrieran más de lo necesario en la lucha contra la leucemia. De modo que se convirtió en parte imprescindible de mí, al igual que el gotero que se conectaba a él y que me acompañaba a cada paso. Era una especie de perchero con ruedas, solo que de aquel soporte de acero inoxidable no se colgaban prendas, sino bolsas de distintos tamaños y colores con preparados de nombres impronunciables. Un despliegue de antivirales, corticoides, inhibidores de células anormales… La lista era interminable, aunque la reina de la artillería pesada era la temida quimioterapia.

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