Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

48 страница из 56

—Mañana te vamos a trasladar a una habitación más grande.

—¿Ah, sí? ¿Y eso?

—En realidad, vamos a desplazar la unidad de aislamiento entera mientras rehabilitan esta zona. Vas a estar mucho mejor, ya verás.

—¿Y tú? ¿Seguirás atendiéndome? —quise saber.

—Claro, de mí no te vas a librar tan pronto.

Suspiré aliviada y sonreí. Le estaba cogiendo cariño, a pesar de las malas formas con las que le hablé el día que nos conocimos. Cris terminó de colgar un nuevo arsenal de medicamentos en el gotero y se fue. Poco después, me despedí de mi padre con un abrazo en el aire. No podía sentir su contacto, pero sí el calor de su fuerza vital y, a falta de besos, se nos escaparon palabras que nunca antes nos atrevimos a decirnos. Esos valiosos «te quiero» que guardamos sin razón aparente o por vergüenza cuando deberíamos pronunciarlos a diario.

Mientras los pasos de mi padre se alejaban, escuché cómo se acercaban los de mi hermana. Oihana, dos años menor que yo, se encargó desde el principio de organizar los turnos de visitas, asumiendo su papel de cuidadora provista de una dulzura exquisita y una paciencia que parecía no tener fin. Su presencia me transfería paz, una serenidad cómplice que me ayudaba a capear el temporal.

Правообладателям