Читать книгу Imparable hasta la médula. El cáncer como aprendizaje de vida онлайн

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Una vez que tuve colocado el PICC, comenzó el bombardeo. Las bolsas iban y venían sin descanso en una carrera contrarreloj por y para la vida. Pero me fijé con especial atención en la que portaba un líquido transparente aparentemente inofensivo llamado vincristina. Era mi primer ciclo de quimioterapia intravenosa. Recorrí con la mirada cada gota de aquel primer chute, capaz de pulverizar las células cancerígenas de mi sangre sin discriminar las sanas. La quimioterapia destruiría sin miramientos y sin distinciones. Todo mi organismo sucumbiría a su paso para liberarse de la enfermedad. Sin embargo, en nuestro primer cara a cara también descubrí que era indolora, que su tránsito no abrasaba mis venas ni pellizcaba mis entrañas. Sus movimientos eran silenciosos y apenas perceptibles, y si alguna de mis células resultó herida presa de su avance, no lo sentí. La quimio no dolía y dejó de aterrarme. Así que salí de la trinchera del miedo para acompañarla en su abordaje. Me abrí en canal para recibir aquella sustancia, a la que mentalmente no paraba de animar para que se dirigiera al corazón de mi cáncer y lo aniquilara en mil pedazos. Era una guerrera de la luz y las sombras no eran bienvenidas.

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