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Reunidos los cuatro y algo más relajados se dirigieron a recoger sus equipajes. Otra ardua tarea, no había carritos para las maletas. En un rincón oscuro y con unos individuos mal encarados pululando por allí, encontraron unos carritos. Cuando se acercaron para coger alguno, uno de los individuos les pidió cinco dólares o no había carrito. Decidieron que no querían carrito. Recogieron sus maletas y de dispusieron a salir.

Habían recuperado la calma, estaban más relajados y esto los llevó a cometer una estupidez. Observaron el letrero que decía «Nothing to declare» (Nada a declarar) y se dispusieron a cruzarlo, no antes sin hacer un chiste malo: «Vaya —exclamó uno de ellos—, estos comunistas se han civilizado».

Pero nada más cruzar, Eloy, que era perro viejo, pensó: «Llevamos herramientas especiales que luego tendremos que sacar del país, así que será mejor declararlas».

Intentaron volver a entrar, pero no se lo permitieron. Rotundamente les dijeron «Net» (no). Decidieron hablar con los agentes de aduanas y otro rotundo «Net». Finalmente decidieron marcharse esperando que el cliente en la ciudad de destino arreglara el entuerto.

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