Читать книгу Arte y agencia. Una teoría antropológica онлайн
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En cierto sentido es redundante situar la palabra «social» delante de «agente», pues el término «agencia» sirve, en primer lugar, para diferenciar entre los «hechos», causados por leyes físicas; y las «acciones», iniciadas por intenciones previas. El término «intención previa» supone atribuir al agente una mente similar a la humana, si no idéntica. Se puede pensar que los animales y los objetos materiales poseen mentes e intenciones, pero estas siempre son, aun mínimamente, de carácter humano, porque solo tenemos acceso «desde dentro» a las mentes humanas. De hecho, solo a una mente, la de cada uno. La mente del ser humano es indefectiblemente «social», tal que solo conocemos nuestra propia mente en un contexto social. Es imposible concebir la «acción» salvo en términos sociales. Más aún, el tipo de agencia atribuido a los objetos de arte o índices de agencia es social de modo inherente e irreducible, ya que solo surgen como agentes de manera relevante en entornos sociales muy específicos. Los objetos de arte no son agentes «autosuficientes», sino solo «secundarios», que funcionan en conjunción con asociados –humanos– específicos cuya identidad trataré más adelante. La teoría filosófica de los «agentes» presupone la autonomía e independencia del agente humano, pero a mí me interesa más la agencia secundaria que adquieren los artefactos cuando se engarzan en un tejido de relaciones sociales. Dicho esto, en tal red se puede tratar a los artefactos como agentes de muchos modos.