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2.5. Las «cosas» como agentes sociales
En una relación social, el «otro» inmediato no tiene por qué ser «humano». En efecto, mi teoría depende por completo de que no lo sea. La agencia social se puede ejercer sobre las «cosas», y la pueden ejercer las «cosas» mismas, así como los animales. Este concepto ha de formularse de manera tan permisiva por motivos tanto empíricos como teóricos. Resulta patente que las personas fundan evidentes relaciones sociales con las «cosas». Supongamos el caso de una niña y su muñeca. La chiquilla adora al juguete, que, según ella, es su mejor amiga. ¿Estaría dispuesta a tirarla por la borda de un bote salvavidas para salvar al mandón de su hermano mayor, que se está ahogando? En absoluto. El ejemplo puede parecer trivial, y las relaciones que las niñas construyen con sus muñecas no son «típicas» de la conducta social humana. Sin embargo, no se ha de tomar este caso a la ligera ni por un momento, ya que se trata de un ejemplo arquetípico del tema principal de la antropología del arte. Solo pensamos lo contrario porque ofende nuestra dignidad hacer comparaciones entre las niñas que sienten un afecto inmenso por sus muñecas, y nosotros, almas maduras que admiramos el David de Miguel Ángel. ¿Qué es el David sino un muñeco para adultos? No se trata tanto de despreciar la escultura, como de revaluar las muñecas, objetos verdaderamente destacables, todo sea dicho. Son seres sociales que forman «parte de la familia», aun solo durante un tiempo limitado.