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Así, nos hallamos ante el objeto estético en cuanto que de algún modo «le pertenecemos»: somos indiferentes al mundo exterior, que no percibimos más que marginalmente y que renunciamos a evocar, para poder experimentar la verdad de lo que nos es presentado. Y lo que se nos presenta es lo sensible en su apogeo, no ya algo sensible, desorganizado e insignificante, sino un sensible que se manifiesta a sí mismo por el rigor de su desarrollo, y que nos comunica además otras cosas, por lo que representa, en la medida en que está ordenado a una representación, y por lo que expresa al afirmarse a sí mismo.

Tendremos que unificar y ajustar estas iniciales indicaciones al examinar otros objetos estéticos. En la medida en que debemos recurrir a lo empírico, lo eidético no puede excluir toda inducción. Pero podemos ya medir la diferencia del objeto estético y de la obra de arte. La obra de arte es lo que queda del objeto estético cuando no es percibido, el objeto estético en el estado de posible, esperando su epifanía. Este es el lugar de rehabilitar la fórmula empírica: la obra permanece como una posibilidad permanente de sensación; sin embargo, puede también decirse, porque el conjunto sensible se organiza en el plano de la idea, que la obra permanece como idea que no es pensada y que se halla como depositada en algunos signos, esperando que una conciencia venga a reanimarla. Mas no hay por ello derecho a hablar de una existencia intemporal de la obra, ya que si la idea puede reivindicar en rigor una tal existencia en un plano inteligible (puesto que procede de una necesidad racional que le facilita el acceso a lo eterno, como en la filosofía espinocista) la idea inmanente a la obra está tan perfectamente engarzada en lo sensible, de la que es tan solo la armadura (como la idea hegeliana está comprometida en el mundo y en la historia de la que es la lógica viviente) que no puede existir fuera del despliegue de lo sensible: la idea que sobrevive a la manifestación de la obra, la idea que la reflexión puede desprender y ubicar en unos tonos inteligibles, no es desde luego ya la idea de la obra, es una idea acerca de la obra o una idea para la obra.

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