Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Después hizo una especie de juramento, por el que se comprometía a que los barcos de la escuadra castellana, que aun se mantuvieran a flote, junto con sus respectivas tripulaciones, se dedicarían a reunir el mayor tesoro que jamás hubieran visto los ojos del hombre.
Era su deseo, que semejante tesoro, fuera ocultado convenientemente y dedicado en exclusiva como ofrenda a Dios Nuestro Señor, de tal forma que nunca fuese destinado a sufragar guerras entre los hombres, pudiendo ser usado exclusivamente en alguna causa que fuese lo suficientemente digna a los ojos del Altísimo.
A continuación Felipe II transmitió en privado al prior de los Jerónimos un escrito con su real voluntad:
“Hoy primer día del mes de octubre del año 1588 de Nuestro Señor, he decidido que todos los hombres que hayan conservado la vida en los barcos pertenecientes a la escuadra castellana de la Gran Armada y los que sea menester reclutar para completar las tripulaciones de los navíos que hayan sufrido merma, dediquen sus esfuerzos a transportar desde nuestras minas en las colonias de Indias tanto oro y tesoros como sean capaces de acopiar en sus bodegas y sea entregado a la Orden de los Jerónimos en El Escorial para su custodia. De todos estos tesoros una parte será dedicada a las pagas y mantenimiento de la flota, así como al socorro de las viudas y huérfanos de los que perecieron frente a las costas inglesas. Los barcos que llegaren con el oro estarán exentos del control de los registradores del Reino y no arribarán por la bahía de Cádiz y San Lúcar de Barrameda para remontar el Guadalquivir hasta el puerto de Sevilla como viene siendo costumbre obligada, sino que recalarán en distintos puertos del Cantábrico y desde allá se transportará la carga hasta El Escorial sin que quede registro alguno de ello. Vos padre prior junto con once de vuestros frailes en los que mayor confianza tengáis, constituiréis una hermandad secreta encargada de custodiar el tesoro y darle un uso digno, si alguna causa fuere merecedora de ello. Todos los integrantes de la Hermandad de los Custodios del Tesoro deberán previamente juramentar el voto de mantener bajo secreto el paradero del tesoro, y no transmitirán fuera de la hermandad información alguna sobre la existencia del mismo.”