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Cuando el sonido desapareció para dar paso a un silencio sepulcral, uno de los once elegidos se dirigió al prior.
– ¿Que ha sido eso?
– Parecía como una mezcla de rugido y lamento de un monstruo encerrado – dijo otro al que le temblaba la voz.
– El voto de silencio que acabáis de profesar – respondió el prior -, debe hacerse extensivo al sonido que habéis escuchado y al relato del que a continuación os haré partícipes.
Los once monjes asintieron en señal de aceptación sobre la ampliación del juramento y rodearon a su prior para escuchar lo que éste les iba a revelar.
– Debéis saber – comenzó mirando a todos y cada uno de ellos -, que la ubicación de este monasterio no es casual.
– ¿No es cierto que nuestra orden monástica intervino en la elección de este lugar? – indicó uno de los monjes.
– En efecto, ello fue recomendado al rey por nuestro anterior prior. La razón fue que Lucifer habitó en una cueva situada a los pies del monte Abantos. Y justo antes de que el Todopoderoso lo expulsara al infierno, creo siete puertas en la Tierra para acceder a las tinieblas, y una de esas puerta está precisamente bajo este monasterio.