Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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La Madre Superiora se puso de pie, abandonando temporalmente la contemplación de sus cuarteles definitivos; se acercó donde Ju­lius y le hizo una crucecita en la cabeza, casi lo mata del escalofrío. Le dijo que fuera a jugar con los ninós e las ninás.

Había un montón que no podían correr durante el recreo porque tenían asma y estaban bien pálidas. Con ellas conversó Julius y les contó que su mamá estaba en Europa con sus hermanos porque su hermanita Cinthia se había muerto. Después les dijo que por eso él estaba medio bizco y que iba a sanar en Cho­sica, que para eso había venido, las dejó turulatas a todas con su historia. Por ahí también aparecieron las grandes; esas ya estaban en los años superiores y lo llenaron de caricias y de mimos, lo besaron toditito hasta que les pu­so cara de tranca. Entonces em­pezaron a preguntarle que cuándo iba a ir al colegio y que cuántos años tenía. Él les contó que iba a cumplir seis en el verano y que estudiaba en casa con la señorita Ju­lia. Les dijo que ya sabía leer y escribir correctamente y sin faltas de ortografía. Una bien bonita sacó un lápiz y un block de su mandil y le dijo a ver, escribe algo. Julius cogió el lápiz y empezó a escribir: «La señorita Julia tiene vellos negros en los brazos». Iba a poner al­go más pe­ro en ese momento se le despegó el esparadrapo de una de las orejas y todas soltaron la carcajada. Partió la carrera seguido por Vil­ma, no paró hasta la calle. Dijo que no volvería más.

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