Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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–Tell us all about it, Santiegou –de todo quería enterarse Lang III.

–Huele a whisky y está ecuánime. Además huele a perfume de muchacha. ¡Este muchacho sabe lo que hace!

Susan adoró a Juan Lucas y le hizo una seña por lo del arquitecto, mientras todos felicitaban a Santiago y le decían que se merecía un auto propio. Lester Lang III le invitó un cigarrillo y le prometió que para el próximo viaje a Lima traería a su hijo, tal vez para entonces quedaría una chica libre, a no ser que San­tiegou... ¡Qué gringo simpático! Todo el mundo festejaba tanta simpatía, menos Susana Lasta­rria que buscaba a su marido para irse ya, mañana le tocaba salida al ama y cosas horribles por el estilo, delante de los del golf, él sacrificaría lo que quedaba de la noche con tal de que no se metiera con los del golf ni con Lester Lang III. Estaba fascinado con lo de III.

Arriba, Julius acababa de cerrar su ventana para volverse a acostar, a pesar de que sabía que el asunto iba a durar hasta las mil y quinientas y que el ruido le impediría dormir. Le extrañaba que Santiago no hubiera subido a acostarse; había desaparecido de la terraza antes de que él cerrara su ventana y sin embargo aún no subía. Hasta su cama llegaban las carcajadas de los hombres y la risa delicada de algunas mujeres. Reconocía la de su ma­dre, se deleitaba escuchán­dola entre la música, pero poco a poco lo fue venciendo el sueño y ya no llegó a enterarse del fin de la reunión.

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