Читать книгу Un mundo para Julius онлайн
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Por la tarde, Vilma y Julius se instalaron en el pescante de la carroza, para la diaria lectura de Tom Sawyer. Hoy nadie les iba a pedir silencio porque Carlos había ido por la costurera y la carroza estaba vacía. Sin embargo él apenas escuchaba la lectura, andaba muy preocupado con lo del colegio, quería imaginárselo, ¿cómo será?, estaba pensando, cuando el alarido de Nilda lo interrumpió, anunciando la llegada de la señora Victoria, la costurera.
Victoria Santa Paciencia, así la llamaban en el palacio, los saludó como siempre, comprobando que habían crecido un montón desde el año pasado. Continuó, como siempre, diciendo que la habían llamado tarde y que no tendría tiempo para hacerle dos uniformes a cada uno, en menos de una semana. Empezaría, pues, agrandando los del año pasado, para que Santiaguito y Bobby pudieran usarlos mientras tanto. Les rogó, temblorosa, que se pusieran los saquitos y ahí estaban los dos, furiosos, asándose de calor, culebreando porque picaba y ella, tiza en mano, señalando conforme medía.