Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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–Allá nos vamos a encontrar todos –le repitió, cerrándole la puerta antes de que preguntara por Susan.

El taxi se puso en marcha mientras el arquitecto se desmoronaba feliz en su asiento, segurísimo de que allá se iba a encontrar con ella.

Empezó a vivirse la última semana de vacaciones escolares. El ve­rano estaba por terminar y no había más remedio que ocuparse del asunto de los uniformes. Como todos los años, por la misma época, Susan se dio cuenta de que había perdido la dirección de la costurera. Le alcanzaron el teléfono y marcó el número de su prima Susana.

–¿A qué hora se acostó Julius la otra noche?

Susan le dijo que se apurara, por favor, Juan Lucas no tardaba en llegar, tenían que salir con Lester y otros amigos. Susana se sabía la dirección de memoria, se la dio inmediatamente.

–Antes de que me olvide –añadió–, Juan quiere invitar a los Lang uno de estos días; ya les avisaremos para que vengan us­tedes también.

–Sí... Juan Lucas va a estar encantado.

Susan colgó el teléfono y llamó a Santiago y a Bobby, para decirles que se quedaran en casa hasta que llegara la costurera, Carlos iba a recogerla después del almuerzo. Los dos protes­ta­ron.

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