Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Era la voz de Vilma y él ya iba a seguir subiendo, cuando una bo­­­fetada y un empellón casi lo hacen rodarse la escalera. Bajó corriendo y llorando, no paró hasta llegar a la cocina.

Encontró a la Selvática leyendo su periódico. Acababan de rap­tarse a un niño y estaba maldiciendo contra los gitanos. «¿Qué te pa­sa?», le preguntó, al verlo llorando. Julius le contó lo de la esca­le­ra y Nilda gritó que eso no podía seguir, esta vez no era culpa de Vil­ma, el niño Santiago era terrible y no había más remedio que avisar a los señores. Él no comprendió bien qué ocurría, solo captó que algo malo andaba haciendo su hermano.

Por la noche estalló el asunto; Celso y Daniel escucharon gritos provenientes del cuarto de Vilma y corrieron a ver: lo cha­paron en pleno forcejeo. Y no era la primera vez, confesó Vilma. Diario se le metía al cuarto y ella haciendo todo lo posible por que nadie se entere. Hoy se había propasado el niño Santiago. Los mayordomos le cerraron el paso, primero; luego, cuando él los atacó, lo llenaron de bofetadas, le taparon los ojos para que no viera, la boca para que no los maldijera y se lo llevaron car­gadito hasta su cuarto. Tenía tres arañones en la cara, uno cerca del ojo, producto del forcejeo. Vilma no podría volver a usar ese uniforme. Así andaban las cosas cuando llegaron Susan y Juan Lucas, agotados después de un largo día con los Lang. Nilda salió gritándoles la historia en la cara, pero ellos tardaron bastante en comprender y por fin decidieron postergar el asunto para el día siguiente.

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