–¡No me digas que, después de todo lo que llevamos invertido, ahora vais a hundir el proyecto por no gastar un poco más! –exclama, airado, el Dr. K.

Un proyecto que va mal debe abandonarse, la teoría es muy sencilla. Pero también puede ser que el Dr. K tenga razón, a lo mejor estamos emulando al náufrago que se rinde y deja de nadar, cuando a pocos metros, oculta por la niebla, se hallaba la tierra salvadora. Claro que, si decidimos seguir invirtiendo, es posible que en un futuro nos echen en cara cómo hemos despilfarrado tales sumas en un proyecto que “evidentemente” no tenía futuro. En todo caso, el planteamiento de la retirada de un proyecto que ya acumula mucho tiempo, trabajo y dinero es una decisión difícil, que debería ser tomada por un órgano colegiado y muy bien documentada.

–Dr. K, lamentamos comunicarle que el gestor que estaba llevando su proyecto se ha ido a la empresa privada.

– ¿Debería preocuparme? –nos contesta el Dr. K, compungido.