Читать книгу Desde el suelo онлайн

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—¿Qué te parece este lugar, Capu? Creo que, como te dije, para Reyes podríamos mudarnos.

Capulino se orinó en una esquina.

Regresaron por calle Mayor y desde Puerta del Sol caminaron por Preciados hacia su residencia.

—Bueno, Capu, ¡de vuelta a nuestro hogar! No creo que te haya gustado mucho la idea de movernos, ¿no? ¿Has visto?, esa señora, la de siempre, me ha regalado unos pantalones, ¿qué te parece? Son buenos, espero que me estén bien. Esta noche me los probaré. Como te venía contando…

La despedida no fue nada fácil, al revés. Sobre todo alejarme de mi madre me causó dolor y tristeza, ¿quizá no volvería a verla? Mi hermano Cristóbal quiso acompañarme a la estación de autobuses y le agradecí su silencio. No mencionó en ningún momento nada de cuanto él sabía de lo ocurrido en Málaga.

El recorrido de vuelta hasta la frontera se me hizo muy largo. Cuando me disponía a subir al tren que me llevaría a Burdeos, alguien pronunció mi nombre y cuál fue mi sorpresa al girarme y ver ante mis ojos a un señor vestido de oscuro acompañado de otro de igual vestimenta, mostrándome una placa identificando su identidad y autoridad como agente del cuerpo de policía fronteriza. Brevemente me leyeron mis derechos, a los que podía responder o mantenerme en silencio —opté por lo segundo—, y acto seguido me invitaron a que les acompañase a una sala, aún dentro de territorio español. Allí me informaron del motivo de mi detención: homicidio.

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