Читать книгу As de corazones rotos онлайн
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Desvirtuando nuestra imagen al mirarnos en el espejo, pregunto: ¿quién sabría regalar una fuerza superior, que se torne miope a los errores y nos despierte a los aciertos, desaparecer al ayer mágicamente a semejanza inédita de bruma, que se pierde tras el brillo de la aurora, sin que vuelva insistente y seductora en nuevo amanecer, nos aproxime al fuego en coqueteo fino y nos invite a buscar lo ya perdido? «Vamos, vamos», repetía el eco de mi voz. «Despierta, la lucha ya se inicia y tus días habrán de tornarse transparentes, pues tres grandes amores ya te aguardan de pie, recorriendo las cortinas para mirar inocentes a través del cristal, esperando un agitar de manos y un extender de brazos cariñosos y maternos, sugerencia perfecta de aquella cita a la cual sin falta acudiré. Campana que repicas y elevas a sonido el anuncio del encuentro espiritual, me traes de tan lejos y en tu cuerpo de bronce, forjado a fuego lento, me despiertas en consigna ante aquellos que amo de verdad».
Despejé, por fin, de la expresión cansada las dudas que enmarcaron en gotas de lloro mis pestañas, para hablar casi en magistral susurro: «Inventaré un cerco de azucenas de paciencia y alegrías. Habré de regalarles día a día el secreto infranqueable del amor inmenso. Seré, sí que seré», repitió mi voz profunda, «su más confiable fortaleza». Por ellos pondré en los labios sonrisas y en las palabras los versos; en el jardín de sus almas una siembra de flores talladas en colores discretos, vestidas de fragancia a semejanza de sus rostros infantiles y bellos.