Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн

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En la asamblea estaba casi todo el pueblo. Conocía prácticamente a todas las personas, pero ninguna había despertado mi curiosidad, esa curiosidad especial que pone en estado de alerta nuestra atención, hasta que la vi. Nuestras miradas se cruzaron fugazmente un momento antes de sentarnos, pero fue suficiente para que, inexplicablemente, estimulase mis sentidos. Cuando acabó la sesión ella se marchó con otras tres mujeres; yo me quedé un rato más y me atreví a preguntar quién era. Elena, la mujer que atendía en ese momento el bar, me dijo que se llamaba Nina, pero no amplió más detalles. No podía quedarme solo con el nombre, necesitaba saber algo más sobre ella, así que volví a preguntar.

—Sí, pero ¿quién es? No la había visto nunca.

Elena me miró y pareció dudar un momento. Después respondió:

—Es la curandera, la mediadora…

Me pareció que iba a añadir algo, pero volvió a mirarme y no dijo más.

Me fui para casa pensando en la tal Nina, la curandera, la mediadora. «¡Vaya, qué interesante!», pensé.

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