Читать книгу Más allá de las caracolas онлайн
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Aquella noche apenas si pude dormir. Cuanto más pensaba en ella, mayores eran mi interés y mi curiosidad. Pensar en ella me hacía sentir una sorprendente paz, lo que me confundió un poco, pero también excitó bastante más mi intriga y mi atracción por ella.
Ya me había dado cuenta, y me había extrañado, de que algunas personas de la aldea, solamente unas quince, aunque tenían la piel morena, era más clara que la del resto, tirando un poco a cetrina, y aunque la mayoría tenía el pelo negro, no era tan liso, y había además seis o siete que tenían el cabello rubio oscuro. Sus rostros eran más alargados, no tan redondeados como los de la mayoría, y unos cuantos tenían también los ojos verdes, aunque ninguno tan bonitos y profundos como los de Nina.
Cuando advertí esta diferencia pensé que pertenecerían a etnias distintas, pero me sorprendió que viviesen juntos en aquella perdida aldea. Una tarde lo comenté con Amanda, con quien tenía más confianza y más tiempo pasaba, y su respuesta aumentó más mi intriga. Vino a decirme que, según contaban las personas más ancianas, a las que a su vez se lo habían contado sus antepasados, cuando ellos llegaron de las montañas buscando un lugar menos inhóspito para vivir, encontraron una diminuta aldea habitada por una docena de pescadores de piel algo más clara y unas cuantas mujeres. Algunos tenían el pelo negro y los ojos verdes, mientras que otros eran rubios y con los ojos del color de la miel. Finalmente, decidieron quedarse a vivir con ellos. Algunos de los habitantes actuales de la aldea son descendientes de la unión entre personas de aquellas dos etnias, pero Nina, así como Lucía, Manuel (el marido de Elena), Miguel (el marido de Amanda), María, Víctor y unas cuantas personas más son los que más directamente están relacionados con aquellos misteriosos y antiguos pobladores de la aldea. No hará falta decir que la historia fue otro ingrediente más para aumentar mi interés y fascinación por Nina.