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Lucía había ido a buscar a Amanda y, afortunadamente, llegaban en aquel momento, lo que fue como una tregua que me hizo respirar.

—¿Qué te pasó antes? Casi me dio un ataque de risa —preguntó Amanda mirándome tras soltar una carcajada.

—Pues que se me olvidó la frase. Es que ya estoy muy mayor —respondí—. Y encima no te entendía cuando me la estabas repitiendo —añadí, ya con una carcajada.

—Creo que nadie se ha dado cuenta. La verdad es que habéis estado todos muy bien —dijo Nina sonriendo y diciéndome con los ojos: «Tú sabes que yo sí me he dado cuenta y tu lapsus no ha sido precisamente porque estés muy mayor».

No sé por qué, pero tengo la certeza de que era eso lo que me dijeron sus ojos… En ese momento, Amanda mencionó que la marea estaba baja y podíamos dar un paseo, bordeando las rocas, hasta la siguiente cala, que era un poco más grande. Nina iba delante de mí, aún en bañador, permitiéndome libremente su contemplación, pero sé que ella se sabía mirada. Me extasié en su espalda, que me atraía como un imán, y la imaginé tumbada sobre la arena mientras mis labios se recreaban sobre su piel. Para salir de aquella fantasía me entretuve cogiendo algunas caracolas para llevármelas.

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