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—“¡ Veraila, que ñoña está con el mozo. Me lo estás malcriando”!.- le dijo haciendo silbar la vara en el aire acobardado.- “¡Tira pa casa que te voy a enseñar yo a dar caricias!”

Venancia agachó la cabeza, y mirando la tierra podrida deseó enterrarse en ella como un topo. Sin embargo, contradiciendo la costumbre y estimulada por un sentimiento protector, quizás de madre, se paró y levantando la cabeza miró a su marido no más arriba del pecho.

—“Está enfermo y tiene algo roto”- Dijo con la cabeza gacha Venancia, dando muestras de una valentía que confundió a su marido.

—“¡Que tires pa dentro te he dicho!”- Dijo furioso Servando caminando detrás de ella, apretando los dientes y espantando moscas con la vara de mimbre. El mismo parecía un pequeño insecto al lado de su esposa, que si se hubiera dejado caer hacía atrás lo habría aplastado como a una cucaracha.

Perro Malo estuvo toda la mañana parado enfrente de la casa, abstraído por la tristeza que rezumaban los cristales de la ventana, tras la cual ,la silueta menhírica de Venancia estaba tan inmóvil y solitaria que parecía haber alcanzado a la muerte antes de que a esta le diera tiempo a desenfundar su guadaña.

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