Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–¿Te mojaste el pelo, amorcito? –dijo, luego de observarla.

¡Sí! Estoy acostumbrada a hacerlo. No me pasa nada.

–Está bien, pero de todas maneras sécatelo un poco, ¿ya?

–¡Ajá! Así lo haré.

Ana María se había puesto a medias su blusón pijama, que solamente se mantenía sujeto por dos botones desalineados a la altura del ombligo. Las uñas de los dedos de los pies desnudos mostraban una exquisita y suave mano de esmalte rosado, haciendo resaltar esas piernas llenas de vida, mientras que algunas gotas de agua le escurrían a través del cuello y, después, caían en el canal que dividía aquellos precoces senos, cubiertos ligeramente por un corpiño negro. Ramiro la contemplaba azorado. ¿Qué pasaría si él la poseyera como lo estaba deseando? ¿Sería esta joven mujer, capaz de guardar el secreto? Ana María se sentó en el sillón de tres cuerpos y se agachó para acomodar la cara entre las manos. Apoyó los codos en las rodillas y sin mover ni una pestaña, solo sonrió.

–Anita, por favor, no me mires así –suplicó, excitado.

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