Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
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Mientras Ana María se ponía el traje de baño se escuchó la suave voz que llamaba frente a su puerta.
–¡Ya abro! gritó. Hizo una rápida maniobra con la cruzada de los tirantes del traje y se chantó una solera veraniega. Abrió la puerta. Ramiro esperaba, apoyada la espalda en la pared del pasillo.
–Solo quería conocer tu residencia –explicó–. Siempre y cuando... tú me dejes, por cierto.
Lo miró como si quisiera decirle que todo lo que salía de él era importante para ella, pero se retuvo. Movió amorosamente la cabeza, sonrió y le invitó a pasar.
–¡ Hum! –exclamaba él a medida que daba vueltas la cabeza y se encontraba con novedades–. La tienes muy bien adornada. Desde que tú llegaste, nunca había entrado a esta habitación. Veo que valió la pena tanta espera.
–Gracias –dijo ella, feliz–. Aquí es donde vivo, por eso la mantengo así. Nunca me había sentido tan cómoda como en esta pieza.
Él, mientras escuchaba, fijó la vista en la cama de una plaza.
–¿Qué significa ese perro semidormido que está sobre tu almohada? ¿Es algún regalo especial?