Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

106 страница из 138

Mientras el hombre se explayaba en algunos criterios atípicos sobre las mujeres, una extraña sensación recorrió todo su cuerpo. Se puso tensa. ¿Qué me pasa, Dios mío? Todo me da vueltas. Pidió excusas –él pese a su extrañeza no le preguntó nada– y se retiró en dirección al toilette de damas. La frente le empezó a transpirar profusamente y la agitación le hizo sentir náuseas. Se echó sobre el lavabo e intentó vomitar, pero no lo consiguió. Dos damas que la reconocieron se acercaron y le frotaron la espalda, mientras le preguntaban la razón de su estado.

–No sé qué me ocurre –dijo con un asco indisimulado–. Estaba muy bien en el salón, cuando de golpe me vino este arrebato. Creo que pediré un taxi para regresar a casa.

–¡De ninguna manera! –dijo una de las damas–. Nosotros te llevaremos. Hablaré con mi esposo para que nos vayamos.

–¡Tranquilas, por favor! Ustedes no se incomoden conmigo. Ya me siento mucho mejor; así que podré irme sola.

–¡Cómo se le puede ocurrir, jovencita! –insistió la más anciana–. Si no te quieres ir con los Bacigalupo, te irás con nosotros. Mira que esos extraños cambios en el sistema nervioso son peligrosos –terminó argumentando.

Правообладателям