Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
11 страница из 138
Regularmente, Ramiro no asistía a este tipo de cine, solo lo hacía cuando la película era muy buena o cuando la compañía así lo recomendaba. En sus tardes de aburrimiento, le fascinaba ir a salas donde por quinientos pesos podía ver tres películas continuadas y, si estas eran entretenidas, se las repetía hasta quedarse dormido. Pero hoy era diferente; ambos jóvenes se conocían muy bien. Por largo tiempo habían compartido muchas cosas, algunas hermosas, otras no tanto; pero, en fin, de todas maneras, su amistad era única y verdadera, lo que hacía presagiar que en cualquier momento se podría convertir en algo más, sin embargo, ninguno de los dos apresuraba el proceso. Por ello, Ramiro, mientras observaba las escenas del noticiario, rememoró algunas de esas horas vividas juntos. Recordó aquel día que paseaban junto al mar, cuando ella parodiando a los suicidas de la piedra feliz, casi corre la misma suerte al resbalar desde la mitad de la roca. Solo su rápida reacción, al empujar el cuerpo hacia la piedra, permitió que no cayera directamente a los roqueríos. También aquella otra en el colegio, cuando después de haber subido eufórica al escenario, le dio un gran beso en los labios por haber sido el ganador del concurso Míster Piernas. Luego, muy suelta de cuerpo, contestaría a los interrogatorios:<