Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Terminado el noticiario, poco a poco las luces fueron encendiéndose, hasta quedar la sala completamente iluminada. El galán, aún absorto en sus pensamientos, echó la cabeza hacia atrás y observó las luminarias.

–Es increíble que de la nada pueda nacer algo –dijo.

Lorena levantó la vista e inquirió:

–¿Te refieres a las luces?

–En cierto modo, sí –contestó–. Hacía una comparación.

La joven lo miró, expectante.

–Hasta hace un tiempo atrás –rememoró–, mi vida amorosa prácticamente iba en una espiral sin fin. Pero creo que ahora vivo... en cierta manera...

Lorena quiso interrumpir, pero él terminó la frase chasqueando los dedos:

–¡Eso es! ¡Iluminado! Simplemente ¡iluminado!

Ambos fueron pródigos con la risa.

Pasados cinco minutos, estaban disfrutando de la proyección. Se arrellanaron en el asiento buscando comodidad y Lorena arrimó su hombro al de él. Cada impacto de la cinta hacía retumbar la sala. La sensación de vivir la película era de sobremanera angustiosa y entretenida. Lorena se le arrimaba cada instante más y sus manos buscaron la calma que le ofrecían las de él. Él le pasó el brazo por sobre los hombros y la apretó contra su cuerpo. No era nada extraño en ellos, casi siempre andaban abrazados o tomados de la mano, pero esta vez lo que ambos sintieron fue distinto; una electricidad les había recorrido los cuerpos.

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