Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
112 страница из 138
–¡Hola! –saludó la desconocida, mientras la estudiaba–. ¿Por qué corríai tanto? ¿El viejo güeón te quería hacer algo?
Parecía haber visto parte del espectáculo.
–¡No! –dijo tajantemente. Pensó luego y se retractó–. Es decir, ¡sí!
– Güeno, cómo es la cosa, mijita. ¿Es o no es? ¡Está bien! ¡ Pst! Pa´ lo que me importa. Pero estái bien, ¿no cierto?
Lorena movió la cabeza afirmativamente, dejándose arrastrar por el torrente de preguntas
–¡Hum! Oye... pero a ti nunca te había visto por aquí, ¿dónde trabajas?
–Yo... bueno..., soy ejecutiva de una telefónica.
– ¿Quéééé? –interrogó la mujer, abriendo tamaños ojos. Luego al ver que la muchacha se había asustado, bajó el tono y prosiguió–: ¡Está bien, está bien! ¡Yo soy el rey de los maricones! Pero tú no me puedes salir con que eres... ejecutiva.
–Señor... –dijo–, es verdad lo que le digo. ¡Trabajo en la multifuncional! –afirmó casi llorando–. Solo me metí a esta calle por demostrarme a mí misma que no me daba miedo estar cerca... de ustedes. Es decir... bueno... de las prostitutas.