Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
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–¡Yo me presto de voluntario para reanimarla! –dijo, de pronto, un peliteñido amanerado.
–Por favor... –suplicó Lorena–. Yo no quiero incomodarlos. Me metí aquí por error y ahora solo deseo irme a mi casa.
Lorena aceptó que Sergio la acompañara hasta el paradero. Este se le colgó del brazo. No dejaba de sorprenderse con cada cosa que aquel muchacho le contaba. En cortas pero profundas oraciones, este dejó escapar sentimientos guardados dentro de sí desde hacía mucho tiempo. Supo que tenía un amor imposible, un hombre casado, y hasta cuánto había sufrido al ser penetrado por primera vez por un hombre maduro, teniendo solamente catorce años. Cuando ambos se despidieron, los dos sintieron que habían recuperado algo más de su propia identidad. Ella experimentando sus propias fantasías y Sergio dejando su legado para la mejor comprensión de su situación. Habría mucho más que conversar en una nueva oportunidad. Al despedirse, ambos se abrazaron cariñosamente.
–Chiquilla –le susurró–, ¿estarías dispuesta a visitarme algún día?