Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–¡A ver si entiendo bien! Tú ibai pasando por la calle y te bajaron las ganas de entrar al pasaje, solo pa´ sentirte como una puta. ¿Voy bien? Luego cuando aquel güeón se acercó pa´certe algunos cariñitos, a vo´ te entró lo de dama y apretaste cachete pal fondo. ¿Es así o no?

–¡Sí! –confirmó ella, angustiada–. ¡Aunque no me lo crea! Esa fue la horrible y loca idea.

El muchacho al ver la seguridad con que le contestaba Lorena, se quedó mirándola y rio espontáneamente. Se dirigió al grupo de prostitutas y homosexuales y les hizo saber que no se trataba de una de ellas. Al momento tres a cuatro se acercaron a la pareja. Miraron a Lorena como bicho raro y rieron de una manera extraña.

–¿Y qué hacía aquí esta comadre? –preguntó al aire una gorda desaliñada con pinta de cabrona.

–¿Qué andabai haciendo en nuestras pasarelas? ¿Se te había perdío algo, acaso? –inquirió otra que parecía jirafa.

La asustada mujer hizo una mueca y mirando al homosexual levantó los hombros.

–¡Ya poh, chiquillas, déjenla tranquila! ¡La dama necesita reanimarse!

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