Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Ahora sí Ramiro escuchaba atento.

–Me dirigí al baño y estuve como quince minutos de cabeza en el lavamanos, sin embargo, no pude trasbocar nada. –Estupefacto se tomó la barbilla y raspó con sus yemas la incipiente barba. Lorena bebió un sorbo de jugo y continuó–: Preocupada, hoy en la tarde fui a visitar al doctor Vargas, y él me dijo... –sacó una servilleta y se limpió suavemente la nariz. Unos lagrimones habían surcado sus mejillas. El hombre no soportó seguir en ascuas y expresó su impaciencia.

–¡Dime por favor, mujer! ¿Qué te dijo? – Y añadió con una alegría contenida–: ¿Es acaso lo que pienso?

Lorena bajó la vista y apretó una mano contra la otra.

–¡Sí! Tengo casi un mes de embarazo.

–¿Un mes? ¿Un mes de embarazo y no me lo habías dicho? ¡Esto tiene que saberlo todo el mundo! –gritó, hecho un loco.

Sollozando de emoción y sin que su mujer alcanzara a persuadirlo, se paró sobre la silla y golpeó repetidamente la copa, buscando la atención de todos en el salón.

–¡Por favor! ¡Por favor! ¡Un momento de atención!

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