Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Sorprendido miró a su lado y se encontró con una joven que esperaba, al igual que él, el tren al interior. Como no acostumbraba a contestar sin pensar, la observó sonriente y levantando una ceja contestó cortésmente.

–Eso depende del porqué se aplican estas restricciones. Tú debes saber perfectamente lo que está pasando, ¿cierto?

La muchacha dudó y no contestó de inmediato.

–Por lo visto tu apruebas esto –dijo, burlesca.

–¡No! No lo apruebo. Lo que trato de explicarte es que debemos analizar por qué ocurrió y de ahí sacar nuestras conclusiones, con el fin de no cometer los mismos errores.

–¡Hum! Sí –dijo, no muy convencida. Luego cambió bruscamente de tema–. ¿Vas al interior o solo a Viña?

–Voy a Quilpué.

–¿Eres de allá o vas de paseo?

Ramiro rio relajado.

–¿Soy muy preguntona? –inquirió la joven, un poco avergonzada.

–No, creo que no. Lo que pasa es que en este mundo machista uno es el que pregunta. No estamos acostumbrados a lo contrario.

–¡Verdad! Tienes razón.

–¿Y cuál es tu nombre? –preguntó él.

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