Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Eran cientos de personas las que cubrían toda la piscina del Centro Club. El tren paraba allí solo para dejar y tomar los pasajeros que viajaban con el fin de disfrutar de una pileta con agua de mar empotrada en la roca viva. Quinientos metros más allá se dibujaba, plena, la playa Caleta Abarca, abarrotada de pequeños y grandes grupos familiares que llegaban de toda la zona, y, los fines de semana, desde Santiago, para tomar el sol y bañarse en sus tranquilas aguas. Todo allí estaba controlado para pasarlo bien sin riesgos. Dos balsas, mar adentro, marcaban el límite apropiado para los nadadores experimentados, mientras que un bote salvavidas recorría permanentemente la zona exterior.

–¿Te gusta la playa, Rodrigo?

–Más o menos, Karina –contestó sin molestia.

–¡Me llamo Jacqueline y no Karina! –corrigió la muchacha.

–¡Perdón! Yo soy Ramiro y no Rodrigo.

¡Nooo! ¿Te llamé Rodrigo? ¡Perdóname! –suplicó, tomándolo de las manos.

–No te aflijas por eso. No hay ningún problema. ¿De dónde?

–Soy de Vallenar. Allá viven mis papás y... mi pololo.

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