Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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La pequeña compañía en la que se había iniciado, hoy figuraba dentro de las de mayor proyección y en ella él jugaba un papel muy importante como jefe de la sección de Administración de Personal, aún sin poseer un cartón universitario. Por sus manos pasaban múltiples contratos de nuevos empleados, manejaba nóminas de tripulantes y, de vez en cuando, proponía despidos. La recién creada sección de informática también era de su responsabilidad. Sin embargo, en el fondo de su corazón seguía con la inconformidad que le había caracterizado; su sueño de independencia.

Sus afanes de aventura continuaban exactamente igual que al principio; en este aspecto los años no lo habían cambiado. El dicho el que nació chicharra muere cantando era lo más acertado para referirse a él. No obstante, su capacidad intelectual había crecido de sobremanera, contrarrestando un poco la inmadurez que le caracterizaba para tomar responsabilidades en el terreno amoroso. Esto no fue impedimento para contraer matrimonio con su adorada Lorena. Habían convivido casi dos años antes de tomar la decisión y hoy vivían junto al pequeño Cristián Andrés en un departamento del edificio Cordillera, que habían adquirido a través de un crédito de vivienda del Banco del Estado.

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