Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

38 страница из 138

–¡Hum! Voy a pasarlo por alto esta vez –dijo a modo de recriminación amable. Corina abrió los ojos. Luego de un corto silencio, agregó riendo–: ¡Tranquila, querida amiga! Me encuentro muy a gusto con este nuevo orden. ¿Qué más tenemos? –continuó.

–También cité a la señorita Cristina Vásquez para el lunes a las once de la mañana.

Ramiro arrugó la frente en un gesto discordante.

–Es la postulante que a usted le pareció idónea para hacerse cargo de la nueva sección –le aclaró.

–¡Ah sí! Ahora recuerdo. ¡La morenita simpática que a ti te cayó tan mal!

–¡Sí! Esa misma –confirmó su secretaria, explicando con voz grave–: Es que cuando salió de su oficina ni siquiera me miró y solo la escuché hacer un comentario en voz baja, que parecía tener alguna relación conmigo.

–¡Tranquila, mi amor! –la apaciguó–. Solo son celos entre mujeres profesionales, y en eso sabes muy bien que no tienes a qué temer; eres eficiente, ordenada, atenta y muy hermosa.

La mujer bajó la cabeza y se quitó los lentes, tras lo cual atinó a sacar el pañuelo desde la manga de la blusa y limpiarse suavemente la nariz. Las manos le transpiraban. Miró a su jefe de soslayo y balbuceó apenas un gracias. Él se echó hacia atrás en el sillón y miró el reloj.

Правообладателям