Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Con esta clase de macho era poco probable que las cosas caminaran bien por mucho tiempo, más aún si a ella no la tomaba en cuenta para nada. Ramiro imaginó que quizás cuántas veces Corina había llegado temprano a su hogar con la finalidad de preparar una rica cena para esperarlo, vestida muy sensual y dispuesta a conversar de tantas cosas que le abrumaban, tomarse un traguito fuertón y, luego, recibir, por ejemplo, una insinuación para hacer el amor, así como cuando pololeaban, donde tan solo una mirada, un guiño, un roce eran suficiente vocabulario para entender lo que vendría. Pero seguro que ello no había dado resultado; probablemente era del tipo que probaba la comida con desgano y encendía el televisor para ver las noticias o algún partido de fútbol. Y cuando se aburría de aquel aparato, la miraba y movía la cabeza en desaprobación o le hacía comentarios soeces sobre su vestimenta y le insinuaba que parecía una puta. Lo más probable es que después, finalmente, se dirigía al dormitorio, se metía en la cama y se quedaba dormido.

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