Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
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Avanzada la tarde se dio término al encuentro y el personal se retiró a sus hogares. Ramiro bajó a los baños que se encontraban en el subterráneo y se dio una ducha con agua fría. La necesitaba para enfriar un poco su cuerpo y porque la suciedad del ambiente capitalino se le había impregnado hasta en los lugares más invulnerables. Era un verdadero suplicio ir durante el día a Santiago. Toda la gente se movía apurada, el ruido de las micros y los bocinazos casi rompían los tímpanos, el esmog, que ya empezaba a mostrar sus garras, causaba trastornos a las vías respiratorias y la total apatía de la gente era del todo desagradable. Nadie hablaba con nadie, y cuando él intentaba saludar, lo miraban como un bicho raro. Sinceramente, no era así su Santiago del pasado, todo estaba cambiando, algunas cosas para bien y otras lamentablemente para mal. Terminó de secarse y subió a la oficina vestido a medias. Se cambió ropa, algo más sport, y se perfumó levemente, no le gustaba andar dejando la estela de olores, le interesaba algo más sutil, algo que atrajera solo a quien él quisiera. Mientras se peinaba, escuchó que golpearon suavemente la puerta.