Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–Todavía nos queda un poco de tiempo para relajarnos –dijo, dirigiéndose a la puerta–. Iré a buscar dos gaseosas, ¿te parece? –Corina asintió. Entonces, bajando el tono de la voz a lo más mínimo, agregó–: ¡Estás realmente bellísima!

Hacía mucho tiempo que no compartía con alguien de esta forma, pues el trabajo no les dejaba el espacio necesario para ello. Se sentaron en la pequeña sala de estar que poseía el despacho y allí se rieron y se burlaron de todo. Recordaron situaciones embarazosas por las que había pasado cada uno y otras, jocosas, ocurridas en la oficina, en la empresa, con sus jefes.

Corina tenía treinta y dos años, casada hacía ocho y con dos hijos a su haber. Nunca había demostrado tener problemas en el hogar, ni tampoco le gustaba revelar fácilmente sus verdaderos sentimientos, pero igual Ramiro sospechaba que algo no andaba bien; la experiencia y la intuición eran sus mejores aliadas para pensar así. Muchas veces se había percatado de que ella lloraba a escondidas y que sus reacciones cuando él la piropeaba o le solicitaba algo en forma cariñosa eran típicas de la mujer incomprendida, de la que nunca recibe este tipo de cumplidos y que, por otro lado, está atenta a satisfacer cualquier solicitud para sentirse importante y reconocida. Sabía que el marido era del tipo de hombre normal que se las sabía todas. Bocón frente a los demás, y absolutamente engreído al aseverar que él mandaba en el hogar y que su mujer le daba el gusto en todo. Por consiguiente, seguro pensaba que ningún otro hombre estaba en condiciones de hacerla feliz como él.

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