Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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Fue precisamente este uno de los puntos que empezaron a incomodar a Ramiro, quien entonces quiso empezar a entender a su mujer. Aun cuando esta nunca le había reprochado su actitud, era un hecho que por dentro sufría sus tardanzas, esas llegadas en la madrugada a solo dormir, sin siquiera intercambiar alguna idea; odiaba sus comidas y eventos, como también a cada mujer con quien debía compartirlo. Ahora era él el que no estaba tranquilo, la echaba de menos al no encontrarla esperándolo, sentía celos de todos aquellos que sí la tenían a su lado, aun cuando fuera por razones de trabajo. Algunas noches no podía conciliar el sueño, quería gritar que la amaba y que la necesitaba, no tan solo para cuidar el hogar y a su hijo, o para tenerle las cosas limpias y planchadas, pero su machismo lo hacía morderse de rabia y lo único que pensaba era emborracharse y acostarse con cuanta puta se le pusiera en el camino.

Esa tarde, como ya se había hecho común y rutinario en los últimos meses, llegó temprano para hacerse cargo de su hijo. Sara, quien le esperaba inquieta mirando el reloj a cada momento, le hizo un recuento rápido de lo sucedido en el día y esperó que la despachara.

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