Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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–Señora Sarita, hoy tendrá que esperar un poco, deseo hablar con usted. Tome asiento por favor.

La mujer, nerviosa y en silencio, se sentó en el sillón.

–Mire, nosotros no podemos seguir con esta forma loca de entrar y salir de la casa. Normalmente, estoy llegando tarde al trabajo por tener que esperarla a usted en las mañanas, y por las tardes debo venirme soplado para que usted no pierda su tren hacia el interior...

–Pero... –interrumpió Sara–, ese fue el trato acordado cuando empecé a trabajar aquí.

–Totalmente de acuerdo, pero ese trato ya no se compadece con los cambios que han ocurrido en esta casa.

Avanzó cauteloso hacia la ventana y con un movimiento lento sacudió algunas hojas del filodrendo.

–Quiero saber efectivamente si usted puede o no continuar puertas adentro.

La mujer se incorporó, y dijo sin ningún asomo de duda:

–No, don Ramiro. Lo siento de verdad, pero yo también tengo casa y una familia que depende de mí.

Hubo un largo silencio. Ramiro volvió sobre sí mismo y se sentó; mientras Sara lo miraba tranquilamente. Sabía que de él dependía la decisión.

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