Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

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El rostro de la muchacha se impregnó de gozo. Cerró los ojos y esperó un par de segundos.

–¡Maravillosos! –contestó finalmente.

–¿Y por qué le das ese calificativo? Quiero decir, ¿por qué lo encuentras tan maravilloso?

–¡Ah! Porque siempre me dije que si es que trabajaba lo haría en un hogar donde se me valorara por lo que soy y donde me trataran bien... como ustedes lo han hecho –acotó.

–Pero eso es muy pronto para confirmar que nosotros somos... como tú dices, esas personas.

–Sí, es verdad. Pero, aunque soy una chiquilla, he vivido bastante como para darme cuenta rápido cuando algo es para bien.

–Y se puede saber, si es que tú quieres contar, ¿cómo ha sido tu vida?

La joven se volcó de lado, frente a él, y apoyó el codo en la piedra, mientras con la palma de la mano se afirmaba parte de la barbilla. Ramiro, casi en una actitud religiosa, se acomodó para escuchar.

–Yo... –comenzó temerosa–, nací en una reserva mapuche cerca de Victoria. No sé si conoce por allá. Mi madre se llamaba Herminia y era una mezcla entre chilena y alemana. Creo que eso era muy común en el sur, por el asunto de los colonos y todo eso. Mi papá... bueno mi papi era descendiente de pehuenches, bastante directo por lo que supe después.

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