Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн
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–¿No quiere saber cómo es que llegué hasta acá? –preguntó valientemente. Ramiro al ver que esos ojos bailaban con una inusitada brillantez, aceptó escuchar.
–Adelante, pero... no quiero más llantos ni desesperanzas.
–¡No! –prometió, reiniciando la narración–. En ese mismo terminal, y cuando estaba por cumplir los quince, conocí a la señora Sara. Ella siempre viajaba a Loncoche, donde al parecer tenía unas hermanas. Cada vez que se volvía para el norte me compraba quesos, de esos con los que no me ganaba ni medio. Hasta que un día hizo amistad conmigo. Para qué le cuento cómo aproveché ese momento. ¡Le conté todo lo que me había pasado! Desde cuando me quedé sin mi mamita, hasta lo que usted ya sabe. Así que ella influyó para que un día, sin decirle nada a nadie, tomara la decisión de arrancarme de mis tíos y viajar con doña Sara a Quillota, donde me quedé a vivir en su casa como allegada.
–Así que esa vieja... –interrumpió Ramiro, riendo fuerte–. Con razón cuando tuve que decirle que no seguiría con nosotros dijo que me tenía una solución inmediata.