Читать книгу Exabruptos. Mil veces al borde del abismo онлайн

86 страница из 138

Pasadas algunas horas, y fuera de las instancias del juego, su cabeza, entusiasmada por el licor del cóctel, empezó a proyectar imágenes del cuerpo suave y tierno de su contrincante, sobre todo cuando se rozaban al acercarse el uno al otro. La libido, azuzada por la frecuencia del contacto físico y la mirada ingenua y dulce de la chiquilla, lo estaba haciendo sentir incómodo. Tomó sus cartas y las depositó en el montón.

–¡Pero todavía no hemos terminado! –protestó ella.

–¡Es verdad! –le confirmó él–. Tú has ganado.

–¡Ea! –exclamó, alborozada.

–¡Mis felicitaciones!

Él alargó el cuerpo y la besó en la frente. Ana María cerró los ojos y soñó por un instante.

–Gracias... –masculló.

Ramiro estiró los brazos hacia lo alto y lanzó un largo y sonoro bostezo, provocando la hilaridad de ella.

–¡Huy! Faltó poco para que me tragara –dijo, en forma no insolente.

–Lo que pasa es que me bajó todo el cansancio y estoy sintiendo que ya me debo acostar. Mañana no puedo relajarme demasiado. Debo hacer algunas cosas en el departamento y después ir a buscar a Cristián, no muy tarde.

Правообладателям