Читать книгу Los que susurran bajo la tierra онлайн
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Meses después, doña Catalina y la primera dama de Chile, crearían la Organización Caritativa de Santiago, fundación que buscaba «proporcionar bienestar espiritual y material a los desafortunados». De esta manera, y por encargo del mismísimo General, los Soldados de Jesucristo se ocuparon de la administración de la fundación y de los trabajos apostólicos. Cuatro años después, la congregación contaba con una sede central en Las Condes, un seminario de formación sacerdotal, dos escuelas para niños vulnerables y un colegio privado para familias católicas adherentes al Golpe (además de otros tantos bienes donados por el Estado e inversiones para potenciar el trabajo de la fe).
El padre Giuseppe Smith, a sus treinta y seis años, fue nombrado por Casablanca «embajador de la beneficencia» en Santiago, convirtiéndose en el líder de la congregación en Chile. Y al mismo tiempo, tenía el honor de ser el asesor espiritual de la familia Leyton. Esto implicaba no solo otorgar sosiego moral y oficiar misas en la capilla de piedra, sino también ayudar a don Leonidas en el asunto de la alimentación.