Читать книгу 522 онлайн

18 страница из 66

Así era Ciccio, ese niño rebelde. El tercero en edad de los hermanos. Querido por todos y comprendido por sus padres que, no obstante la aplicación de una sólida disciplina familiar, no conseguían frenar su rebeldía. Una rebeldía tierna y dulce, jamás contradictoria.

Cursando la escuela primaria en cuarto grado, sorprendió a su profesor con un gesto amenazante, levantando en la mano un tintero de vidrio. Pero no lo lanzó. La intimidación le valió ser expulsado del colegio. Su padre, avergonzado, apenas caminaba por la calle, como escondiendo una culpa. Como si todas las miradas de los demás se posaran sobre él, recriminándole la conducta de su hijo. Ciccio jamás confesó que, con ese ademán con el tintero, buscaba su expulsión de la escuela. Conocía el sufrimiento de su padre, sus esfuerzos por darles una vida digna, cada vez más imposible. Y no quería ser una carga más, en un contexto de pobreza. A los diez años dejó la escuela para siempre y fue a aprender el oficio de sastre, que le permitió, con el correr del tiempo, constituir, educar y mantener su propia familia.

Правообладателям