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—¿Cómo cruzaremos el río? —preguntó Dorothy.

—Muy fácil —respondió el Espantapájaros—. El Leñador nos construirá una balsa para que lleguemos a la otra orilla.

El hombre de hojalata tomó su hacha y se puso a derribar algunos árboles pequeños con los cuales construir la balsa, y mientras él se ocupaba de esto, el Espantapájaros descubrió en la orilla un árbol cargado de sabrosos frutos, lo cual complació mucho a Dorothy, que no había comido más que nueces durante todo el día, y ahora tuvo un buen almuerzo de fruta madura.

Pero lleva mucho tiempo hacer una balsa, aun cuando uno es tan trabajador e incansable como el Leñador de Hojalata, y al llegar la noche todavía no estaba terminado el trabajo. Por consiguiente, buscaron un lugar cómodo bajo un árbol donde pasaron la noche, y Dorothy soñó con la Ciudad Esmeralda y con el buen Mago de Oz que muy pronto la mandaría de regreso al hogar.

CAPÍTULO 8

EL CAMPO DE AMAPOLAS

Nuestro grupito de viajeros despertó a la mañana siguiente muy descansado y con grandes esperanzas, y Dorothy comió un principesco desayuno constituido por duraznos y ciruelas de los árboles próximos al río. A sus espaldas quedaba el oscuro bosque que acababan de cruzar sin mayores males, aunque con tantos inconvenientes; pero ante ellos presentábase la hermosa y soleada región que parecía llamarlos hacia la Ciudad Esmeralda.

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