Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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―Por este lado no hay cuidado. Ya estoy bien escarmentado. Lo que realmente me preocupa es mi carácter. Cuando me excito, no me contengo. Bien está que uno se lie la manta a la cabeza cuando lucha con un búfalo. Pero con un hombre ya es distinto. Quisiera dominarme más, porque temo que algún día mate a alguien. Por ejemplo: me sacan de quicio las personas falsas, los hipócritas.
―Esta agresividad la tienes de pequeño. Comprendo bien lo que eso representa, porque también yo he debido luchar para dominarme. Pero por mucho que te cueste, debes conseguirlo. No se puede permitir que por un momento de ira o de ofuscación se pierda toda la labor de una vida. Te aconsejo como a Nath. En los momentos difíciles, la oración es un buen consuelo y la mejor ayuda.
―Con sinceridad debe confesar que rezo pocas veces. Pero procuro dominarme todo cuanto puedo. Lo mejor será que me vuelva a las Rocosas y no regrese hasta que esté manso como un cordero.
―O bien todo lo contrario. Que procures alternar con personas de verdadera categoría moral que te vayan puliendo. A mí me parece que con nosotros no has estado violento, ¿verdad? Eso es porque te hemos tratado con cariño, con lealtad y con sencillez.