Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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―No es posible que tengamos el mismo fin Sintram y yo. Él encontró a su madre, yo…
―… a ti te espera en el cielo.
―¡Bah! No me convence esa idea. ¿Por qué había ella de esperarme?
―¿Preguntas por qué, Dan? Yo te lo diré. Porque las madres nunca olvidan, si son buenas. Y la tuya lo era. Ella huyó lejos de tu madre para salvar a su hijito, para salvarte a ti, de su mala influencia. Si ella viviera todavía, tu vida habría sido mucho más feliz, Haz que su enorme sacrificio no haya sido estéril.
Sorprendida por el silencio de Dan, Jo le miró. Por un instante pudo ver una lágrima rebelde deslizándose por su mejilla curtida.
Al sentirse observado, con un enérgico restregón Dan la hizo desaparecer al momento.
―Bien, me llevaré el libro y lo leeré. Me gustaría encontrar a mi madre donde quiera que ella esté. Pero duda que sea posible…
―Llévatelo y ten la seguridad de que «tus dos madres» pensaran siempre en ti.
La partida de los viajeros fue muy emocionante. Numerosos pañuelos agitados con emoción los despidieron. Ellos correspondían mientras se alejaban, dedicando sus postreros adioses a mamá Bhaer.