Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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Brevemente pidió a Jossie:
―Pon las rosas, por favor.
La muchacha lo hizo con el mejor de los cuidados, y deseó que diera buen resultado. John escribió con mano casi trémula por la emoción unas breves líneas:
«Querida Alicia:
»Conoces el significado de estas flores. ¿Quieres ponerte una o todas ellas? Seré más feliz de lo que ya soy.
»Tuyo siempre
John.»
Entregó la tarjeta a la bulliciosa Jossie.
―Confío en ti, hermana. De esto depende mi felicidad.
Jossie salió, deseosa de cumplir el encargo inmediatamente.
Entregó primero los ramos a las dos novias, que se lo agradecieron como una delicada atención. Luego, llevó las tres rosas a Alicia. Aquellas tres rosas conmovieron a Alicia. Estaba sola en la habitación porque Daisy y Meg estaban en la de al lado. Nadie pudo ver, por esta causa, el rubor que cubrió su rostro, ni las lágrimas de felicidad que se deslizaron por sus mejillas.
No hubo vacilación en lo que ella deseaba. Por su gusto, inmediatamente hubiera escogido la esplendorosa rosa abierta, como una aceptación sin reservas.