Читать книгу La dama del perrito y otros cuentos онлайн

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Un sacerdote, que figuraba entre los convidados, parecía bastante incrédulo.

—¿Tanto le asombra a usted? —lo interrogó el jefe de correos.

—No se trata de eso; pero en nuestra época las mujeres jóvenes son un tanto..., entendez vous...?, sauce provenzale... —¿Así que sigue incrédulo? ¡Bien!, le voy a demostrar la certeza de mi declaración. Para ayudarla a mantener su fidelidad yo aplicaba ciertas artes estratégicas o de fortificación, si me permiten expresarlo de ese modo. Gracias a mi sagacidad y mi ingenio, mi mujer no podía serme infiel en modo alguno. Yo usaba toda mi astucia para cuidar la integridad de mi matrimonio. Empleaba unas frases que son como una hechicería. Era suficiente con que las pronunciara. En lo referente a la fidelidad de mi esposa yo dormía tranquilo. —¿Cuáles son esas palabras mágicas? .. —Son muy sencillas. Yo esparcía por el pueblo ciertos rumores. Ustedes mismos los conocen bien. Le contaba a muchos: "Mi mujer, Alona, sostiene relaciones con el jefe de policía, Zran Alexiench Zalijuatski." Y eso bastaba. Nadie se atrevía a acercarse a Alona, por temor al jefe de policía. En cuanto la veían los hombres se alejaban de prisa, pues temían que Zalijuatski pudiera imaginarse algo. Ja, ja!... Se necesitaba estar loco para enredarse con ese diablo. Es asombrosa la diversidad de denuncias que ese policía era capaz de imaginar. Por ejemplo, con sólo ver a tu gato por ahí, te denunciaba por maltratar a los animales.

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