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Consideren una roca grande, de alrededor de un metro de diámetro, con su masa irregular en reposo sobre el suelo. Ya sea que haya o no una piedra así en la tierra cerca de donde estén leyendo estas palabras, sí hay una justo afuera del estudio donde yo estoy sentado escribiendo. No estoy muy seguro acerca de su composición. Aunque tiene un color muy parecido a las piedras de arenisca que hay desparramadas a su alrededor, sé, tras una inspección más atenta, que no tiene la misma textura granulada sino una solidez más densa y continua, hendida y con bordes dentados a lo largo de su superficie. Aquí y allá se ven trozos de cuarzo, pálidos y translúcidos, incrustados en la matriz rosada. La miro ahora desde la ventana mientras ofrece su sombra a las matas de pastos, implacable en su solidez, una presencia familiar y estable en medio de mis pensamientos tumultuosos.

¿Conocen alguna piedra como esa? No importa su composición o su color, ¿no hay alguna piedra similar con la que estén familiarizados, cuya presencia estable ofrezca una especie de ancla cuando las preocupaciones o los sueños amenazan con arrastrarlos? ¿Una presencia confiable que les provea, como mínimo, un lugar donde apoyarse y descansar las piernas?

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